martes, 21 de agosto de 2012

Pesadillas y Terror Nocturno


Seguramente alguna vez has tenido que consolar a tu hijo a mitad de la noche después de una pesadilla, pero si tu hijo ha experimentado un terror nocturno, todo lo que hayas hecho para calmarlo no dio resultado pues el miedo que sintió fue más grande y sin embargo a los pocos minutos ya dormía plácidamente de nuevo.

Las pesadillas infantiles y los Terrores nocturnos se engloban dentro de los Trastornos del Sueño y concretamente en el grupo de las Parasomnias

Normalmente no constituyen trastornos importantes pero sí pueden ser objeto de intervención psicológica por los efectos secundarios que pueden producir en el niño (miedo a dormirse, a la noche, a conciliar el sueño sólo, irritabilidad, ansiedad, etc.).

Primero que nada, hay que diferenciar Pesadilla de Terror Nocturno.


PESADILLAS
TERRORES NOCTURNOS
Normalmente el niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido del sueño.
A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará nada.
Los contenidos del sueño son muy elaborados.
Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. En el caso de que aparezca alguna palabra o grito indica el final de la pesadilla.
Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular.
Al despertar: sensación de miedo y ansiedad asociado al recuerdo de las imágenes del sueño.
Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación autonómica.
Aparecen en la fase de sueño REM.
Aparecen en el sueño No REM.
Suelen darse en la segunda mitad de la noche.
Se dan en la primera mitad de la noche.
Inicio entre los 3 y 6 años.
Inicio entre los 4 y 12 años.
Suelen remitir a medida que el niño se hace mayor.
Suelen desaparecer con el tiempo y normalmente no precisan tratamiento farmacológico.

Como hemos comentado anteriormente, los sueños y la fantasía son parte esencial del desarrollo y maduración del niño, de ésta manera las pesadillas son muy frecuentes en la infancia. Éstas son sueños muy elaborados y es la riqueza de detalles la que provoca la sensación de ansiedad, miedo o terror. 

Cómo ayudar al niño a superar pesadillas
- Tranquilizar al pequeño tras el episodio.
- Es importante acudir al dormitorio del niño y escucharlo pero sin entrar en muchos detalles acerca del contenido del sueño.
- No abrumarlo con explicaciones (por ejemplo intentar demostrarle que los monstruos sólo existen en su imaginación).
- Mantener una voz suave y tratar de no mostrarse excesivamente preocupado.
- Señalarle que ha tenido una pesadilla mientras dormía y que ya ha pasado todo.
- Para los niños más mayores (a partir 7 u 8 años) puede funcionar que los padres hablen por la mañana acerca de la pesadilla. 
-Averiguar si hay algo que le preocupa en especial.
- Explicarle que estos episodios, aunque muy molestos, son normales. 
- Hablar sobre lo sucedido en un ambiente calmado y lúdico siempre resulta una gran herramienta terapéutica. Puede también utilizarse el dibujo como medio para expresar el miedo.

Los Terrores Nocturnos
A diferencia de las pesadillas son una especie de sueño miedoso acompañado de un despertar parcial, y nos percatamos de él mientras está teniendo lugar. Durante un terror nocturno, el niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente, llorar o gritar como si estuviera muy angustiado. La respiración y el ritmo cardíaco normalmente se aceleran, puede sudar, agitarse y comportarse como si estuviera alterado y asustado. Al cabo de unos minutos el niño se calma y vuelve a dormir tranquilamente.


Los terrores nocturnos son más frecuentes en niños cansados, estresados, enfermos, aquellos que duermen en un entorno nuevo o lejos de casa y aquellos que toman un medicamento nuevo

Algunos autores dicen que hay un componente hereditario en los terrores nocturnos e incluso se apuntan factores genéticos (el 96% de los sujetos de un estudio con terrores nocturnos tenían familiares en primer, segundo o tercer grado con el trastorno). Sin embargo, esto no debe minimizar la influencia de los factores externos o ambientales como el estrés, cuya presencia se asocia de forma muy evidente con algunos de estos episodios.

Como ya lo mencionamos antes, lo más importante es diferenciarlo de las pesadillas. Los padres deben adoptar una actitud tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios únicamente se debe vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el niño no está despierto).  

Tanto en los terrores nocturnos como en las pesadillas es necesario valorar la conducta del niño durante la vigilia. Considerar si existen problemas en la escuela u otro ámbito que puedan estar influyendo en el mismo. 

Pueden también ser necesarias la aplicación de técnicas que enseñen al niño a afrontar los sueños que le provocan ansiedad. Se puede entrenar la relajación o hacer que el sueño pierda su carácter amenazante. Hay niños que desarrollan la capacidad de desconectar o finalizar el sueño cuando éste pasa a ser amenazante (son conscientes de que estan soñando pese a estar dormidos).

martes, 17 de julio de 2012

Facebook y Twitter incrementan la ansiedad y la depresión


¿Será que vivimos en la era de la información y de la conectividad? Estamos en el tiempo del "cambio" y "actualizaciones instantáneas" que nos demandan estar informados minutos a minuto de lo que pasa a nuestro alrededor, llámense Facebook, Twitter, MySpace, Tuenti, Google+, Youtube..? Es esto realmente beneficioso, adictivo o una mezcla? 

El internet y las redes sociales se han convertido en parte de nuestra vida diaria e influyen en nuestras interacciones y actividades: qué estudiamos, dónde comemos, con quién estamos... Sin embargo, puede ser que el uso y/o exceso de éstas no sea tan productivo para todos. Según algunos estudios de la Salford Business School, de la Universidad de Salford, Manchester, se dice que el uso de éstas, específicamente Facebook y Twitter, generan un incremento significativo en los niveles de ansiedad. 

Y por qué pasa esto? Algunos encuestados argumentaron sentir menos confianza en sí mismos al comparar sus logros con los logros de sus amigos en las redes sociales. Además, 2 de cada 3 personas dijeron tener problemas para dormir después de estar navegando en las redes sociales, y por supuesto que el que la mayoría de nosotros ha experimentado: dificultades en las relaciones como consecuencia de un conflicto en las redes sociales. Esto nos hablada de que efectivamente, el comportamiento del internauta ha cambiado.

Qué pasa con los más pequeños?
Según un informe de la Academia Americana de Pediatría (AAP) sobre el impacto de las redes sociales, publicado recientemente en la revista Pedratrics, debe valorarse el uso de las redes sociales como indicador de la salud en niños y adolescentes, principalmente de depresión infantil.

Encuestas recientes revelan que la mitad de los adolescentes acceden a su red social favorita más de una vez al día, y hasta el 22% de los adolescentes llegan a abrir la página más de una decena de veces. Por lo tanto, concluyen los autores, "una gran parte del desarrollo emocional y social de esta generación se está produciendo en Internet y estas plataformas".
El "Elemento Depresivo", La AAP llega incluso a hablar de "depresión Facebook", y asegura que los niños afectados estarían en riesgo de aislamiento social o poca autoestima, lo que se sumaría a una gran cantidad de tiempo pasado en la red social, algo que se convertiría en un elemento depresivo. 
Las páginas de Facebook pueden hacer que los chicos se sientan peor si éstos creen que no están a la altura de sus amigos debido al número de visitas, mensajes actualizados y fotos de personas felices que, en apariencia, lo están pasando bien. Y no sólo eso: podría ser más doloroso que los encuentros en la vida real que hacen sentir mal a los adolescentes, ya que se dice "Facebook provee una visión distorsionada de la realidad, y una atmósfera de competitividad social". 

Otro estudio recientemente publicado por Larry Rosen, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de California revela que los jóvenes que son adictos a Facebook pueden desarrollar diferentes trastornos psicológicos. 

En una presentación titulada "Poke me: How Social Networks Can Both Help and Harm Our Kids", Rosen presentó sus conclusiones basadas en una serie de encuestas  y observaciones realizadas a adolescentes. Algunos de los efectos colaterales negativos del uso del Facebook por parte de los adolescentes incluyen: 
-Desarrollo del narcisismo.
-Presencia de conductas antisociales, manía y tendencias agresivas.
-Aumento de la ausencia y falta de atención en la escuela y la probabilidad de desarrollar dolores de estómago, problemas para dormir, ansiedad y depresión.
-Bajas calificaciones en los estudiantes de educación media y estudiantes universitarios que actualizan Facebook por lo menos una vez durante un periodo de estudio de 15 minutos.
-Menores tasas de retención de lectura, sobretodo cuando tienen abierto el Facebook mientras trabajan. 
Sin embargo, no todos los resultados fueron negativos, uno de los puntos más interesantes de la investigación fue el "desarrollo de la empatía virtual. Rosen dice que los adolescentes están desarrollando la capacidad de mostrar la empatía virtual hacia sus amigos afligidos y que ésta es bien recibida por ellos e influye positivamente en su estado de ánimo. 
Aunque se trata de un fenómeno social relevante, ha sido poco estudiado, sin embargo podemos darnos cuenda de cúanto tiempo al día dedicamos a ver nuestras redes sociales y a actualizarnos, qué tanto sacamos provecho de las "herramientas de trabajo" y hasta dónde dejan de ser productivas. 

Además de tomar en cuenta algunos síntomas que ansiedad que podemos llegar a experimentar cuando no podemos accesar o pasamos algún tiempo sin usar las redes. ¿Te suena conocido? No encuentro el celular, no tengo señal, no hay wi.fi, se me acabó la batería, el twitter no se actualiza....!!

Aunque no podemos dejar de lado el uso de la tecnología, habrá que adaptarnos a ella con cuidado, sacando el mayor provecho y haciéndonos responsables de su uso, así como cuidar el uso que dan a ella los niños y los adolescentes.

martes, 3 de julio de 2012

Los niños y la fantasía



Seguramente muchos padres se han preguntado alguna vez si es normal que su niño hable solo, cree historias, imagine personajes y situaciones que los adultos consideramos "extrañas".

Antes que nada, hay que entender que los niños van formando su personalidad gracias a una serie de fenómenos mentales, entre los que cabe destacar la imaginación y la fantasía. Estos mecanismos de la mente humana se exteriorizan a través de actividades cotidianas como el sueño, los cuentos, la expresión plástica (dibujo, pintura, manualidades) y sobretodo en el juego.


El niño usa la imaginación para comprender, interpretar y recrear el mundo que le rodea. Su fantasía le ayuda a entender ciertas reglas, límites y a ponerse en el lugar del otro. La imaginación es la base de su creatividad, cuando el niño imagina y fantasea, se divierte y al mismo tiempo exterioriza sus propios problemas e inquietudes, en un mundo donde las reglas y decisiones le pertenecen sólo a él.

Hablando de las formas de exteriorizar lo interno, los sueños son un escenario fundamental para el desarrollo de los niños, mediante ellos se da escape a los conflictos, deseos, temores y más, que llena la vida diaria.

En el caso de los cuentos infantiles, cuando es el niño el propio narrador, construye con su imaginación y fantasía una historia, personajes y situaciones, que nos muestran lo que pasa dentro de ellos.

En el desarrollo infantil, la expresión gráfica se va personalizando poco a poco (tanto al escribir como al dibujar), dando señales de numerosos rasgos de personalidad del niño y al desarrollo del concepto de "sí mismo".

De esta manera, el dibujo puede ser la única oportunidad que tenga un observador externo de entender lo que el niño vive y siente al ni poder ponerlo por escrito ó verbalizarlo, dada su corta edad. Se proyectan por medio del dibujo los estados afectivos (sentimientos, deseos, temores, etc.) aunque también se puede analizar la inteligencia, la creatividad o las relaciones sociales y familiares (tests proyectivos).

Por lo tanto, por medio del dibujo el niño es capaz de crear y transformar la realidad cotidiana y su modo de estar en ella, expresando sus miedos, anhelos, inquietudes e incluso problemas a pesar de su corta experiencia. Por ejemplo, a menudo los niños dibujan lugares o personajes que están en oposición directa a sus sentimientos del presente: castillos, princesas, dragones.

La pintura añade a lo dicho sobre el dibujo la posibilidad de la expresión cromática y el uso de nuevos materiales que le permiten al niño desplegar su vivencia psíquica. Todo lo que suponga creación es bueno para que el niño se manifieste y se reafirme.

Por supuesto que el juego también permite la canalización de conflictos y vivencias internas del niño, además tiene una función social. Puede ser que se trate de un juego ya elaborado o que él mismo cree sus propios juegos de acuerdo a sus fantasías. La simulación propia de los juegos hace que el niño descargue de forma simbólica o figurada (no real), sus emociones, su agresividad, etc., en objetos o personas también irreales, con lo que desarrolla su capacidad de representación de la realidad, de desahogo emocional y de aprendizaje a la hora de afrontar con más cautela y menos riesgo las situaciones reales.



Hablando meramente de la fantasía, lo que sí es importante es distinguirla de las mentiras. El mentir es un síntoma de que algo anda mal. Es una conducta más que una sola fantasía, aunque a veces se fusionan. Los niños mienten porque tienen miedo de declarar su posición y enfrentar la realidad tal como es. Los niños que mienten generalmente están inmersos en el temor, la inseguridad, una mala autoimagen o culpa; por lo tanto manifiestan una conducta defensiva opuesta a cómo se sienten.

Por lo tanto, la fantasía es una manera de expresar los sentimientos y es la base de la creatividad. Los niños que son capaces de ser imaginativos tienen una inteligencia mayor y pueden manejarse mejor en diversas situaciones. Estimular al niño a que sea imaginativo mejor su capacidad de enfrentarse a la vida. A través de la fantasía podemos divertirnos con el niño y averiguar cómo se mueve él en su mundo, ya que de esta misma manera se mueve en la vida real.

lunes, 25 de junio de 2012

La depresión infantil





A pesar de que se creía que la depresión infantil no existía, hoy diversas investigaciones afirman su presencia y que ésta es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, sociales y de estrés. 



Ésta enfermedad hace referencia a un estado de ánimo en el cual el niño tiene sentimientos de tristeza, desesperación y desaliento, lo cual afecta su relación con el entorno social, y que se ha demostrado tiene un alto grado de mortalidad debido a las conductas suicidas que muchas veces se presentan.


B, J. McConville postula tres tipos de depresión infantil:
-Depresión Afectiva: se caracteriza por expresiones de tristeza, indefensión y desesperanza. Esta es más frecuente entre los seis y los ocho años.
-Depresión de Autoestima Negativa: estos sentimientos son consecuencia de ideas fijas acerca de una autoimagen negativa. Es el resultado de experiencias directas y repetibles de pérdida; aparece a partir de los ocho años.
-Depresión con sentimiento de culpa: los niños que la presentan se ven a sí mismos de una forma más negativa que las anteriores, incluso llegan a pensar que estarían mejor muertos.

Por lo tanto, de acuerdo a la edad del niño, los síntomas que se presentan varian, además influyen aspectos de género, sociales y familiares. Los diversos síntomas pueden agruparse en cuatro grandes grupos: anímicos, motivacionales, cognitivos y físicos; entre éstas conductas podemos identificar: 

  • Contínua tristeza, llora con facilidad, pérdida del interés por la escuela, aislamiento social y familiar, falta de comunicación, fatiga, aburrimiento constante, falta de concentración, frustración, sensibilidad hacia el rechazo y al fracaso, autoestima disminuida y autodesprecio.
  • Conducta agresiva, constantes dolores de cabeza y de estómago, cambios en el niño (dormir más o menos, terrores nocturnos, pesadillas).
  • Come desiado o muy poco, conductas regresivas (habla como bebé o se orina en la cama), hiperactividad, ganas de escapar y en algunos casos severos ideas suicidas.

Al final, todos los niños han estado tristes en algún momento de su vida, pero es importantísimo que si notas algunos de los síntomas mencionados, pongas extrema atención y tomes cartas en el asunto realizando una o varias evaluaciones profesionales para asegurar un diagnóstico confiable.

Los diversos instrumentos de evaluación toman en cuenta: el desarrollo de niño, madurez intelectual, estado emocional, además miden aspectos biológicos mediante análisis específicos y pruebas como el electroecefalograma EEG. 


El tratamiento para la depresión infantil debe ser individualizado y adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo en la que se encuentra el niño, en base a su funcionamiento cognitivo, su maduración social y si capacidad de mantener la atención. 

Además involucra activamente a los padres y busca realizar intervenciones hacia el entorno del niño (familiar, social y escolar).
El tratamiento combinado, que incluye fármacos y terapias psicológicas, ha demostrado ser lo más eficaz en la actualidad.

Recomendaciones prácticas sobre cómo ayudar a tu hijo:

  • Da más atención de lo normal, crea un ambiente cercano y de confianza, muéstrate interesado en sus pensamientos, sentimientos y actividades.
  • Establece y mantén rutinas, él necesita saber que tiene límites y órden.
  • Reevalúa las actividades diarias del niño, puede ser que se sienta cansado y estresado.
  • Tranquilízalo, nada mejor que mimarlos y a la vez averiguar sobre su sentir.